miércoles, 15 de enero de 2014

Alas . CAP 1

El viento azotaba con fuerza mi cuerpo en una noche misteriosamente cerrada. Tanto que la multitud de luces de la gran extensión  de nueva york no parecía bastar para iluminarla. Tintineando y mezclándose en la lejanía donde hace unas horas el cielo se fusionaba con la tierra en un degradado de colores que pasaba del azul al rojo en un abrir y cerrar de ojos.
Desde lo más alto de la ciudad la caravana de coches parecía un desfile de hormigas mineras con sus cascos luminosos dando luz a todas las calles y el sonido de las sirenas aullando por encima  de cualquier otro sonido , callando las miles de voces  de todas las personas que caminan por la ciudad.

Desde las alturas sentía que era un ave al acecho volando por encima del ajetreo que de esta inmensa ciudad, pudiendo observarlo todo y respirando el aire más puro que se puede mover a cielo abierto.
Aquí arriba no había reglas y para una que había, la de la gravedad, me reía de ella. Pero esa noche era distinto, el ambiente era de todo menos sereno. El aire parecía agobiante con sus movimientos violentos, atendiéndome a medida que me golpeaba. Parecía que el cielo estaba enfurecido y una tormenta tenia toda la pinta de ser la respuesta más suave que podía darnos. Era algo más que eso, como si estuviera apunto de ocurrir algo horrible que incumbía al planeta entero. Una verdadera catástrofe.Un enorme estallido iluminó todo el cielo y pude ver la cantidad de nubes negras que había. De seguido la muralla de lluvia emborronaba todo lo que me rodeaba y en mitad de la nada estaba yo completamente empapado paralizado ,con los ojos cerrados sintiendo miles de gotas golpear a la vez mi cuerpo ,aislándome completamente del bullicio de la ciudad. Intenté concentrarme nada más que en lo que había dentro de mi . Olvidándome de lo que me rodeaba. Algo oscuro se removía en mi interior. Una angustia, un vacío inquietante , algo que parecía golpear mi pecho y estrujar mi corazón con fuerza haciendo que me faltara el aire.

Los mechones de mi pelo color azabache caía sobre mi frente . Notaba como se adhería a mi piel y en una sacudida mi pelo volvió a su lugar. Notaba las gotas correr por mi rostro hasta adentrarse en mi barba 
donde se iban quedando atrapadas hasta que se acumulaban y acababan cayendo. 
Entonces caí en la cuenta de que era mejor volver a casa antes de que la tormenta fuera a más y comencé a caminar y a mezclarme entre la gente que pasaba por delante del callejón al que 
había ido a parar en mi aterrizaje. Mis manos ardían a causa del roce contra el asfalto.

El pelo de las personas se agitaba impetuoso a causa del viento. Los paraguas se volvían locos y acababan hechos un amasijo de hierros envuelto en una tela desgarrada. Miles de folletos de publicidad, periódicos y de más papeles rodaban por el borde de las aceras y por la carretera mientras los viandantes corrían en busca de un lugar dónde resguardarse de la tormenta.
El agua se deslizaba en forma de pequeños ríos  por cada hueco que encontraba y los coches que pasaban a toda velocidad dejaban a su paso una estela de gotas cristalinas en las que se reflejaba las luces de los escaparates.
Me puse la capucha a pesar de que ya estaba 
completamente empapado. Entre la multitud me sentía más cómodo escondido tras ella. Mi casa quedaba a dos manzanas y en cuestión de diez minutos las calles tan solo estaban ocupadas por turistas con chubasqueros confusos ante el tiempo sin saber dónde ir y personajes extraños de venta ambulante que se escondían tras una sombrilla.

Un hombrecillo menudo y de gesto tosco gritaba:

-¡Perritossss!,¡ricos perritos!¡calentitoss!- mientras se frotaba las manos  y se las intentaba calentar con el vaho que salía de su boca.Unos metros más allá había otro pequeño carrito que vendía chocolate caliente. No había gritos. Ella miraba en silencio la gente pasar  con una mirada intensa, parecía ver a través de tanta lluvia recorriendo la mirada por cada detalle del lugar. Al pasar detuvo sus ojos en mi y vislumbré en su mirar un ápice de simpatía, como si me estuviera dedicando una sonrisa pero en sus labios solo me pareció leer amargura y me hizo recordar esos momentos de mi pasado que cambiaron  mi vida radicalmente. Aquellos que marcaron un antes y un después. Miré hacia el cielo y pensé: “ Aún sigue lloviendo en mi ”.

7 comentarios:

  1. Necesito más capítulos de esta historia *-* jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Habrá más, sin duda, en cuanto tenga tiempo para escribir :" . Gracias por leerme e,e

      Eliminar
  2. Me encantó el capítulo jejeje utilizaré un poco de mi ignorancia para preguntarte....¿éste es uno de los capítulos que me dijiste de ese libro que estabas haciendo? jejeje seguro que si pero ante la duda....jejejeje después de ésto solo me queda decir....-¡Perritossss!,¡ricos perritos!¡calentitoss! jajajaja puse mi voz como si fuese el hombre jajaja nada más que decir xD Un saludo, Duke.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajaj nope, esta se llama Alas, no tiene nada que ver,su trama es completamente diferente.

      Personalmente me encanta esa frase, me recuerda verdaderamente a los vendedores ambulantes, el lector tiene que meterse en la historia al leerla :D. Gracias por leerme :)

      Eliminar
    2. jaajaj de nada y realmente me metí en la historia :)

      Eliminar
    3. Entonces conseguí mi objetivo :3

      Eliminar